Éste famoso cuento viene desde la India. Como tiene mucho
significado, los budistas y los hindúes lo cogieron como parábola
(historia para poder enseñar) en sus religiones. Tanto vosotros como los
mayores podéis disfrutar de éste interesante relato que nos enseña que
no todo es tan fácil de explicar y que no todos vemos lo mismo.
En un templo en medio de las junglas más profundas de la India,
vivían cuatro monjes jóvenes y su anciano y sabio maestro. Los primeros,
se pusieron a discutir un día sobre cómo era Dios. Cada uno tenía su
propia versión, mientras uno decía que era "bueno", el otro decía que
era "severo" o "justo" o "paciente", menos su maestro quien permanecía
en silencio. Cansado de la discusión y viendo la oportunidad de
enseñarles algo a sus alumnos, el maestro les pidió que pararan de
discutir y les dijo que a la mañana siguiente les demostraría que todos
ellos estaban en lo cierto pero también equivocados.
Cuando salió el sol y todos se reunieron para seguir la discusión su
maestro la paró antes de que tuviera lugar. A continuación, les puso una
venda en los ojos y abrió una puerta a un cuarto diciéndoles:
- Quiero que entréis ahí dentro y me expliquéis que hay sin poder ver nada. Cada uno tendrá su sitio y no se podrá mover de él.
Los cuatro monjes jóvenes entraron intrigados. Tras cinco minutos
salieron y contaron que pensaban que había dentro de la habitación a
través del tacto:
- Ahí dentro hay una serpiente, he sido un
afortunado porque cuando me he dado cuenta he apartado la mano y se me
ha acercado a la cara pero no me ha mordido. Todavía tengo la piel de
gallina - dijo el primero.
- ¿Estás loco? Lo que había ahí dentro
era un enorme barco, he podido tocar con mi mano sus velas con toda
seguridad - le respondió el segundo.
- No sé que deciros, según he
podido percibir lo único que había era una pared rugosa que debía ser de
la habitación. Así que no había nada de nada - les espetó el tercero
con desconfianza.
- Estáis todos muy equivocados, ahí dentro hay un
gran árbol. Su tronco es ancho y húmedo por abajo, donde está plantado,
tiene raíces y todo. ¿Verdad maestro? - preguntó el cuarto.
El maestro sonreía mientras les quitaba las vendas. Cuando los hizo
pasar a la habitación sus alumnos no se lo podían creer. Ahí había un
enorme elefante! La serpiente era la trompa, las velas del barco eran
las orejas, la pared era la tripa y el tronco del árbol una pata. En
medio del asombro el anciano maestro les explicó:
- Alumnos míos,
cada uno habéis podido observar al elefante desde un punto de vista. Si
hubierais escuchado a vuestros compañeros en vez de creer que cada uno
de vosotros tenía toda la razón quizás lo hubierais adivinado. Cada uno
tiene su verdad, pero mejor que pelearos por quien tiene más, es más
fácil hablar y conocerla todos juntos desde todas sus partes.
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