jueves, 28 de noviembre de 2013

Pak Diro y los deseos

¿Si pudieras desear algo, qué es lo que desearías? ¿Quieres saber lo que deseo Pak Diro?
Cerca de Kuala Lumpur, la capital de Malasia vivía un campesino llamado Pak Diro. Pak Diro soñaba con llegar a ser un hombre rico, con muchas casas y tierras, y sobre todo con muchos sirvientes que le hicieran la vida más fácil.
Su mujer no estaba tan convencida, y le repetía continuamente:
-¡Pak Diro, deja de soñar! Primero tienes que trabajar y después ya verás si consigues ser rico.
Pero Pak Diro no hacía caso a su mujer, y seguía pensando en las inmensas riquezas que iba a acumlar. Sin embargo, un día decidió ir a pasar unos días en un monte sagrado donde haría oración, se alimentaría de hierbas y viviría en absoluta pobreza.
Su mujer, se quedó sorprendida por la actitud de Pak Diro porque éste nunca había sido muy religioso, pero decidió acompañarle.
Tras subir a la montaña se quedaron haciendo penitencia y ayuno en el templo. Una tarde, mientras el matrimonio estaba meditando, apareció un anciano de barba larga y blanca. El anciano les hablo:
-Vuestra religiosidad me ha conmovido. Y como premio os concedo dos deseos.
Pak Diro se puso loco de contento. Pero el anciano le dijo.
-Sólo puedo daros dos, así que tened cuidado con lo que pedis.
Así que Pak Diro empezo a hablar con su mujer:
-Yo escogería la salud y la felicidad - sugirió la mujer.
-Pero de qué nos sirve eso si somos pobres. Lo más importante es el dinero para poder vivir mejor.
- ¿Qué hace el dinero si te enfermas o si no eres feliz?
La discusión se alargó mucho rato y en un momento de arrebato Pak Diro dijo:
- ¡Quisiera que te volvieras una oca!
Y así fue, su deseo ya había sido escuchado: ¡la mujer había sido transformada en oca!
- ¿Cómo he podido desear una cosa como esta? - exclamó Pak Diro -Por favor, devuélvela a su estado normal.
El anciano apareció de nuevo y dijo:
- Este es tu segundo deseo, Pak Diro. Yo puedo transformar tu mujer, más no satisfacer algún otro deseo.
Enseguida la oca se convirtió en la mujer de Pak Diro.
Así que Pak Diro aprendió la lección no volvió a desear la riqueza y fueron felices y comieron perdices.

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